Parir mujeres para que les gusten los hombres II

Opinión

Zulema mostró cómo quedó su blusa el día en que sus padres la enviaron al centro. Foto: Twitter/Silvia Buendia

Era la 1:30 de la mañana cuando llamé a Zulema. Me contestó con una voz tan serena que me sorprendió. Le expliqué que era muy peligroso ir a casa de sus padres. Mucho mejor sería llevarla inmediatamente a un lugar seguro para darle protección y dar la noticia de su liberación. Una vez hecho esto sería difícil que su familia intentara recluirla nuevamente. Zulema estuvo completamente de acuerdo, pero me contó que no confiaba en el chofer. Él se estaba portando muy amable con ella, le había prestado su celular, pero ella no sabía hasta qué punto estaba involucrado en esto. Además él había recibido órdenes expresas de llevarla a la casa de sus padres.

Verónica Potes obtuvo a través de Zulema toda la información sobre la clínica en la que había estado, nombre, dirección. También todos los datos sobre el carro en el que venía, su placa, modelo, color y la ruta con la que la llevaría a Guayaquil. Con estos datos establecimos aproximadamente la hora de su llegada. Verónica llamó a amigos suyos en el Ministerio del Interior, les comunicó el caso y pidió apoyo policial para que protegieran a Zulema en Guayaquil.

Pero el chofer seguía siendo un problema. A Titi se le ocurrió llamar a Lía Burbano para que ella le diera el encuentro a Zulema en Boliche. Zulema se bajaría en un lugar acordado, con la excusa de ir al baño, se cambiaría al carro de Lía y regresaría con ella.

Estuvimos monitoreando toda la noche el regreso de Zulema, contactando a las autoridades correspondientes para asegurar protección para las chicas, Así mismo, Verónica le dio los datos sobre la clínica al Ministro José Serrano para que sin pérdida de tiempo ordenara un operativo. Otras nueve chicas habían estado recluidas junto con Zulema, ella no sabía exactamente los motivos, pero sabía y le constaba que todas estaban contra su voluntad y que recibían el mismo trato abusivo que ella.

A las 7:30 de la mañana perdimos todo contacto con Zulema, el celular que tenía se quedó sin batería. Titi entró en pánico, mil temores irracionales y no tan irracionales le quebraron la esperanza. Solo quedaba rogar para que Lía y Zulema se encontraran a ciegas en el sitio acordado. Yo estaba bastante segura de que Zulema encontraría a Lía, toda la noche esta muchacha me había dado muestras de serenidad, inteligencia, decisión y de una sangre fría propia de Mata Hari. A las 8:30 Lía se comunicó con nosotras, ¡ya tenía a Zulema en su carro! Venían para Guayaquil.

Lo siento, me es imposible describir el reencuentro de Zulema y Titi esa mañana a las nueve pasadas cuando Lía la trajo sana y salva a la casa. Solo diré que pocas escenas me han conmovido tanto en mi vida.

El resto de lo que pasó en esta historia está en los diarios. Los detalles del encierro de Zulema constan en la rueda de prensa que dimos esa mañana en la Defensoría del Pueblo y en la versión de los hechos que Zulema dio esa tarde durante más de tres horas en la Fiscalía.

El objetivo ahora es trabajar conjuntamente con las autoridades del Gobierno para cerrar estos centros de tortura que prometen a sus usuarios y familiares algo que es imposible: cambiar la orientación sexual de una persona.

Es imperativo también que los operadores de justicia entiendan que están obligados a tramitar estas demandas y no rechazarlas cuando se dan cuenta que son los padres quienes han encerrado a sus hijos por su orientación sexual.

También queremos que la sociedad se libere de este cruel prejuicio que asimila la homosexualidad a una enfermedad, desviación, depravación. Tenemos que educarnos y entender que la homofobia destruye, humilla, enferma y mata. Nadie merece pasar por lo que pasó Zulema. Nunca más.


A Continuación la Rueda de Prensa concedida después de la libración de Zulema

Primera Parte
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